Descripción
Cuando Madero cayó en febrero de 1913, muchos poblanos suspiraron con alivio; algunos porque odiaban al Presidente, pero la gran mayoría porque estaban hartos de la inestabilidad de los tres años anteriores. Para mucha gente en ese entonces, y a lo largo de las décadas subsecuentes, era mejor un gobierno fuerte, aunque poco o nada democrático, que sufrir el caos.
Para David LaFrance, una verdadera revolución se compone de dos partes que conforman el todo: la destructiva y la reconstructiva. La primera, que elimina lo antiguo y lo malo, y la segunda, que crea algo nuevo y mejor: algo que beneficia a las mayorías. En Puebla ocurrió la destrucción del viejo Estado; pero las nuevas estructuras que lo reemplazaron, por lo menos hasta mitad de los años de 1930, fueron no sólo relativamente débiles y autoritarias, sino que sirvieron sólo a una pequeña porción de los habitantes del estado. LaFrance estudia la conformación de las instituciones gubernamentales en el estado de Puebla, su difícil consolidación y la postergación de las aspiraciones de quienes se habían levantado en armas. En otras palabras, nos dice el autor: ésta fue una revolución incumplida, y no el gran evento que se celebra cada 20 de noviembre.