Descripción
En este libro se revisa la mayoría de actividades económicas de la ciudad de Puebla en el siglo XIX y principios del XX. Reseña las diversas empresas agropecuarias que se asentaron en las inmediaciones de la ciudad y alimentaron a sus habitantes y a las nacientes industrias, destacándose el cultivo del trigo y el importante rosario de molinos sentados en las riberas del río San Francisco, pero sobre todo del Atoyac. Asimismo, sobresalen los establecimientos que se ocupan de los derivados de la ganadería, como las curtidurías y particularmente las tocinerías o jabonerías…
Un lugar relevante lo ocupa la industria de los textiles que hizo de la economía poblana una de las más importantes del país. Aprovechando primero la fuerza motriz de los ríos –que otrora movieron las norias de los molinos del trigo– y después de la electricidad, está industria imprimió desde el último cuarto del siglo XIX un fuerte dinamismo a la economía local lo que permitió el surgimiento o el auge de actividades y empresas de variado tipo, como las ligadas a la construcción y a la recreación. Todas se fundaron con capitales acumulados en Puebla, pero buena parte estuvieron en manos de españoles, franceses y alemanes.
No obstante, ese dinamismo de la Angelópolis, su suerte se cruzó con acontecimientos políticos y militares que sacudieron casi permanentemente a la sociedad local. De ahí que el proceso de la economía poblana se diera hasta finales del siglo XIX, especialmente con las empresas que simbolizaron la modernidad capitalista, como los bancos, la electricidad y la telefonía; actividades, las dos últimas, solventadas con capitales transnacionales y empresarios que nunca pisaron la ciudad ni el país.
La cámara fotográfica captó bien esos momentos de progreso, al presentarnos la céntrica calle Mercaderes (sede de las más importantes tiendas) en plena algarabía, un día de compras cualquiera a principios del siglo XX…hasta que llegó la Revolución.